Hora del té [Priv. Yuuka]

Con el viento norte soplando sobre la hierba y los juncos parte del lago bailando ligeramente, Seishun considero una buena idea montar, otra vez, una mesa de té con un tablero de ajedrez en el medio, para dos personas bajo el techo del templo. La Youkai de máscara blanca y kimono antiguo camino unos minutos más entre la hierba esperando al visitante que jamás invitaba ni llegaba a la cita, iban a ser un poco más de las cinco así que se resignó a tomar su merienda sola como siempre. Con los pasos ligeros tomó asiento frente a la mesa, acomodó sus mangas para dejar a la vista sus manos pálidas y acomodar su máscara de manera que se pudieran apreciar sus labios finos.

— Me falta algo de crema, también olvidé los bizcochos

Murmuró más para si misma en cuanto se servía algo de agua en la taza de cerámica. El olor del Earl Gray, que le había robado a unos turistas hace ya dos meses, invadió sus fosas nasales, ¿había algo más placentero que el aroma a un té de buena calidad recién hecho?, lo dudaba, o al menos ella no conocía algo que se equiparara a ese placer. Asintió contenta antes de tomar asiento, llevó la tasa a sus labios bebiendo un poco luego de ponerle azúcar.

— Tengo otra taza de té esperando, ¿Quieres dejar que el agua se enfrié?

Preguntó al aire en un tono misterioso, hablando a la figura que le espiaba a lo lejos sin atrever a acercarse, si le escucharía o no era una buena pregunta. Indicó la silla frente a ella con uno de sus dedos con uñas pintadas de negro haciendo una invitación más abierta a acompañarla, ella no hacía distinciones entre villanos o héroes cuando era la hora del té.

Un poco más lejos de aquella escena, la figura de una mujer bajo la sombra de su parasol hizo una leve sonrisa, y comenzó a acercarse  a Arata. La youkai de las flores no salía con demasiada frecuencia del Jardín del Sol, después de todo, era el lugar que más le agradaba de todo Gensokyo, con diferencia. Sin embargo, de vez en cuando sale del jardín. Una de las mejores cualidades de Gensokyo es que siempre sucede algo, en alguna parte. Y con suerte, algo podría captar su interés, y divertirla un rato. En esta ocasión, algo había captado, en efecto, su atención. Aquella youkai, según Yuuka había escuchado en conversaciones ajenas, no salía tampoco muy a menudo de los bosques de Gensokyo. ¿Qué la había llevado a montar en aquel templo aquella mesilla? Yuuka la había estado mirando durante algún tiempo, manteniéndose un tanto distante, lo bastante como para que su presencia no fuese detectada. O al menos, eso creía ella hasta que fue llamada.  

- No, lo prefiero así. - Dijo Yuuka, cuando llegó al lugar donde se encontraba aquella Youkai. Tomó asiento, como le indicó aquella youkai, enfrente suya, y dejó su parasol apoyado en la silla. Se sirvió ella misma en la otra taza de té que había en la mesa. Tomó la taza, ahora llena, y se la llevó a la boca. - … Está bueno. - dijo Yuuka, mientras aquella bebida bajaba por su garganta, dejándole un agradable sabor de boca. Cuando fue a dejar la taza de nuevo en la mesa, pensó en por qué habría puesto un tablero de ajedrez en la mesa. ¿Acaso pensaba retarla a una partida? Bueno, aún quedaba bastante día por delante, así que, si se daba el caso... ¿Por qué no?

- Me pregunto qué trae a alguien como tú a este templo. ¿Acaso viniste a arrodillarte ante algún dios? - preguntó a aquella youkai, ya no tan interesada en la respuesta, sino en hablar de algo mientras bebían el té. Aquel juego de ver qué se traía entre manos perdió bastante gracia al ser descubierta, pero ya que había ido bastante lejos del jardín, al menos volvería con la respuesta, y quién sabe, quizás se podría divertir de alguna otra manera.